Hotel emplazado en una antigua casona de principios del Siglo XX, restaurada bajo la premisa de la conservación y la revalorización de su historia.
Nuestra
historia
SALA DE PAYOGASTA es un hotel que emerge de la restauración de una casona de adobe y piedra construida a principios del siglo XX en el corazón de los Valles. Don Emilio y Doña Damiana iniciaron su construcción de la década del 20, para luego ser finalizada por Lidia, su única hija. Varias décadas después, la familia descendiente de Lidia decide revalorizar su casa y su historia, abriendo sus puertas al público y al turismo.
Esta edificación, que abarca 1400 M2, respira historia local en cada esquina, desde su gran patio de piedra hasta sus galerías que albergan habitaciones con impactantes vistas al río Calchaquí y los imponentes nevados.
El hotel conserva la técnica arquitectónica tradicional de la región, resaltada por la carpintería rústica policromada en tonos que oscilan entre el rojo morado y celeste aguamarina. Cada abertura, ya sea puerta o ventana, ha sido restaurada con sumo detalle, preservando el valor artesanal y cultural del lugar.
Arquitectua
Infraestructura de 1400 mt2 construida en piedra y adobe, y techos de paja y barro.
Pet friendly
Somos amigos de la naturaleza. ¡Tus mascotas son bienvenidas!
Entorno silencioso
Estamos alejados de la urbanización. Estamos cerca de la calma y el silencio.
Recuerdos
El hotel hace una recorrida por la historia que se refleja en algunos de los objetos antiguos ubicados en diferentes rincores. Además de los objetos de uso, La Sala conserva también sus averturas originales, restauradas para darle una nueva vida en el hotel.
La Sala está ubicada a 2 Km. del pueblo de Payogasta y a 10 Km. del pueblo de Cachi, sobre Ruta 40. Ubicación estratégica que nos brinda una lejanía que tanto buscamos, sin perder la cercanía de los servicios externos. Al atardecer, el silencio inunda los espacios y nos permite desconectar por completo.
Alojamiento
Habitaciones dobles, triples y familiares.
Espacios cómodos, austerios y en sintonía con el entorno.
Masajes
Un mimo de relajación.
Complementá tu estadía con masajes relajantes (con reserva).
Desayuno
El momento que todos esperamos.
Disfrutá tu mañana con un mix de sabores y aromas caseros.
Arquitectura con Historia
El ruido del viento. El olor a algarrobo. La tierra en suspensión. Mi infancia en la acequia. La soledad del atardecer. Los amigos de la juventud. Mi mamá bordando, mi abuela cosechando. El trabajo en el campo. El silencio de la noche. La familia. Los recuerdos felices.
— Julio Ruiz de los Llanos, hijo de los dueños originales y actual propietario.
Muchas veces nos preguntan el origen y el por qué de ciertas características que tiene el hotel. Y es que sí, es una casa de más de 100 años, con una construcción de antaño. Y hoy te vamos a contar un poco de su construcción. La casa original fue construía, en su totalidad, con ladrillos de adobe (mezcla de barro, paja y arena gruesa). Este material fue muy noble para el Valle por 3 razones: era muy económico y sobre todo estaba disponible, tiene altas características de tolerancia al clima y aislación térmica, y es un material casi inagotable (los ladrillos se elaboraban bajo demanda, y por cuenta propia con recursos naturales a la orilla del río). Muchos son los beneficios que traía el uso de adobe, pero también algunos inconvenientes.
El adobe es muy difícil de revocar, ya que no tiene superficie lisa y el barro tiende a absorber la humedad del ambiente, por lo que es muy fácil que cualquier tipo de revoque se despegue con el tiempo. Y es por eso que las casas de adobe suelen estar descascaradas. En algunas ocasiones se puede entender como descuido y abandono, pero si conocemos y nos adentramos en su historia, entenderemos perfectamente su razón y su sentido. Para nosotros, es un vívido relato del paso del tiempo. Y para muchos de nuestros visitantes, la gran mayoría, también lo disfruta así.
Los techos son otros grandes protagonistas de la historia. Todos los techos de la casa (aproximadamente 1.200 mts2) fueron construidos con 3 materiales: palos y varas de madera de algarrobo y/o álamo, cañas, y una mezcla de paja y barro (similar al adobe, que llamamos «torta de barro»). Los palos y las cañas le daban la estructura, y el barro los cubría. Es por eso que vas a ver que todas las casas tradicionales tienen el techo marrón. Eso no es más ni menos que barro al exterior.
Al igual que las paredes, el techo tenía granes propiedades y beneficios. Pero de la misma manera, una gran dificultad: en épocas de llovía, el barro de la superficie se moja, se ablanda y se cae. En el Valle le decimos «se llueve el techo». Ese barro cae por las paredes y forma líneas verticales hasta el piso y pequeñas salpicaduras. Cada 3 o 4 años hay que volver a rellenar esa torta de barro para que vuelva a tener la altura suficiente para las próximas lluvias. Esto implica muchísimo esfuerzo de mantenimiento a lo largo de los años.
Las paredes «llovidas» de barro también son un punto continuo de debate… ¿quedan feas? ¿habría que pintarlas todos los años? ¿deberíamos disimularlas? Y la verdad no existe una respuesta definitiva. Sabemos que la gran mayoría de nuestros visitantes nuevamente entienden su sentido, y las disfrutan así, mientras que otros pocos prefieren elegir otra opción.
Mantener una casa con estas características a lo largo de los años no es fácil y conlleva mucho esfuerzo adicional. Queremos y cuidamos mucho la propiedad, revalorizamos su esencia e intentamos mejorarla cada día.